
El sector de la asesoría en España —compuesto mayoritariamente por pequeños despachos y profesionales autónomos— atraviesa por un momento determinante. La velocidad del cambio normativo, la exigencia tecnológica, la necesidad de diferenciación profesional y el impacto de la inteligencia artificial están redibujando los cimientos sobre los que operan las asesorías. Es el momento de hacerse preguntas. ¿Cómo mantener la competitividad del despacho? ¿Cómo garantizar la supervivencia sin perder identidad? ¿Cómo responder con solvencia a la avalancha regulatoria y tecnológica que se avecina?
Con esta reflexión arranca la tribuna de Ana Mato, presidenta de AECEM, en el informe de Cegid «Fotografía de la pequeña asesoría en España».
El perfil actual del despacho en España
En España, la pequeña asesoría es el pilar silencioso que sostiene a autónomos y pymes. Según el mencionado informe, este sector —formado en su mayoría por despachos de hasta tres personas— se enfrenta a un momento decisivo. El de adaptarse o quedarse atrás.
El 71% de los participantes en el informe son pequeños despachos, y el 30% son unipersonales. Estos profesionales atienden a una media de 25 clientes, que sube a más de 200 en despachos con 10 o más empleados. Su oferta suele concentrarse en asesoría fiscal, pero crece en complejidad a medida que aumenta la plantilla, abarcando áreas laborales y jurídicas. El negocio, en general, muestra estabilidad: casi la mitad mantiene su cartera de clientes, y uno de cada tres logra crecer entre un 10% y un 30% anua
El reto de la digitalización de las asesorías
Tal como explicaba Mato, la digitalización se ha convertido en una condición imprescindible para seguir operando en un entorno marcado por la aceleración del cambio. «La obsolescencia ha dejado de ser progresiva: hoy, herramientas, procesos e incluso modelos de negocio pueden quedar desfasados en cuestión de meses. Vivimos una época en la que una revolución tecnológica se encadena con otra. Y estas generan una transformación acumulativa que amenaza con desbordar especialmente a los despachos más pequeños. El riesgo ya no es solo perder competitividad, sino quedar directamente fuera del ecosistema económico si no se adoptan a tiempo las soluciones adecuadas».
Por eso, la presidenta de AECEM habla de la implementación de tecnologías inteligentes, plataformas integradas de gestión y una estrategia digital robusta. Estos son ahora los elementos clave de supervivencia. «Esta transformación, sin embargo, debe abordarse de forma inclusiva. Tenemos que evitar una adaptación tecnológica desigual y a diferentes velocidades entre despachos. De ser así, la brecha competitiva se agravará aún más en el propio sector».
El volumen normativo preocupa al sector
Otro de los retos más importantes para los asesores es la gestión de las nuevas normativas, sobre todo las relacionadas con facturación electrónica. Esto preocupa al 46% de los encuestados participantes. Y llama la atención que la gestión de las nuevas normativas de facturación preocupaba en mayor medida a la mitad de los despachos unipersonales y a 2 de cada 3 despachos con más de 10 empleados.
¿Por qué es tan importante la formación para avanzar?
Ana Mato menciona otro reto de las asesorías es la formación continua. Esta es esencial en un entorno en el que las normativas cambian con frecuencia y se multiplican por capas: autonómica, nacional y europea. «No basta con reaccionar, es imprescindible anticiparse. La actualización constante de conocimientos y competencias es la única forma de acompañar con garantías a quienes confían en los servicios del asesor».
Nuestro tejido empresarial necesita centrar sus esfuerzos en el desarrollo de su actividad, pero se ven frenadas por la incertidumbre y la complejidad regulatoria. Y es precisamente ahí donde los asesores de empresa deben consolidarse como una figura estratégica, proactiva, formada y permanentemente actualizada.
Evolución de la figura del asesor
La consolidación de la confianza en el asesor como figura profesional es indispensable para la empresa. Y, por ello, Mato explica que «desde AECEM hemos impulsado la Norma UNE 420001. Una herramienta de autorregulación que establece estándares de calidad, buenas prácticas, requisitos de formación y pautas éticas. Esta certificación permite a los despachos distinguirse en el mercado y ofrece a los clientes una garantía sólida de profesionalidad».
Continua la presidenta de AECEM comentando que se trata de una herramienta que aporta transparencia. Y fortalece la credibilidad del asesor además de garantizar seguridad jurídica y económica para quienes contratan sus servicios. Pero «la Norma UNE no solo ordena el sector. Esta también lo protege frente al intrusismo profesional. Y, a su vez, refuerza la figura del asesor como interlocutor cualificado en un entorno legislativo cada vez más fragmentado y cambiante».
El pequeño despacho español está en la encrucijada. La combinación de digitalización, asesoramiento proactivo y especialización marcará la diferencia entre quienes sobrevivan y quienes desaparezcan. En AECEM estamos para acompañarte en ese camino, representando y defendiendo los intereses de quienes hacen posible que miles de empresas sigan avanzando.